El café de Mayo.

Construí unas alas, unas que volaban, haciendo que yo estuviese lejos de mí.

Mi alma, se acurrucó en un rincón, abrazada a sí misma, mientras me veía partir.

Estaba tan triste,  que sólo sonreía de boca para afuera.

El dolor me obligó a cerrar el pecho y la pena me llevó a escribir.

Las palabras hablaron de mi miedo.

Había un abismo,

uno desde el que se veía mi verdadera naturaleza,

un fuego arrollador, con una duda que me consumía por dentro.

 

Y un miedo tan grande que para resistirlo había tenido que salir volando.

 

 

 

 

 

 

 

 

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