Por fin has llegado a casa, a tu hogar, has tardado catorce días y vienes en un pésimo estado, pero ya estás aquí.
Te hemos recibido con sorpresa y alegría, aunque al ver las dobleces y las arrugas intuimos lo mucho que has sufrido.
Me has emocionado. Yo también llegué, una vez, a casa llena de cicatrices y heridas, en un viaje que suponía la pérdida de un padre. Hoy me he sentido hermana tuya, porque sé que tú has perdido una madre.
El viaje, aunque desgarrador, implicó movimiento y al hacerlo evité que las emociones formasen un poso al final de mi corazón. El dolor se quedó allí mucho tiempo, pero estaba vivo y gracias a ello lo pude depurar y transformar en algo hermoso que ahora me acaricia y me acompaña.
Te deseo lo mismo querida amiga, una parte de tu pena ya está aquí con nosotros y la cuidaremos dándole el lugar que se merece. El resto te pertenece y sé que será tu fuerza y compañía en el futuro.
Ensemble au loin.