Septiembre y su intensidad.
Un mes que comienza en verano y acaba en otoño.
Que va de la luz a la sombra.
Sabía que sería retador antes de empezarlo, pero no lo calibré bien.
En el primer momento, me destrozó, me fui una semana entera con el corazón roto.
Dejarla llorando me llenó de tristeza.
Mientras ella y yo sufríamos, a nosotros se nos abrió una vieja herida.
Y cómo dolió, cuánto.
Pero el tiempo en su infinita letanía nos curó y nos trajo hasta octubre sanos.
Al mirar atrás septiembre queda recubierto de calima.
Ha sido un mes intenso, lleno, pero, inconcluso.
Todo lo que empezó, está abierto, embrionario y aún no adivino cómo se materializará.
No es casualidad que estemos comenzando el Otoño y reflexiono de nuevo sobre el «Wu Wei» y el desapego del resultado.