Verano

Tenía grabado a fuego ese sentimiento de verano de mi infancia.

Un cliché de una niña en bragas, tostada por el sol, con la idea de que el tiempo era eterno, que pasaba los días entre diversión y aburrimiento.

Los veranos escolares.

Así quedaron en mi memoria. Espacios de tiempo interminables.

Después crecí, comencé a trabajar y se perdieron. En mi vida adulta he tenido vacaciones, pero había perdido el verano.

Hasta el año pasado.

Fue cuando, por primera, vez Babau tuvo su verano. De bebé había llevado el mismo ritmo que yo, las mismas vacaciones. Fue su primer verano escolar, completo, sin guarderías ni actividades.

Y volví a vivir esa sensación.

Una mezcla de pérdida total de horarios, relax, calor, tiempo libre y el tan menospreciado aburrimiento.

Que regalo.

Y aquí estoy tostada por el sol, disfrutando de algo que creía perdido.

Un regalo de tiempo, de luz, de días largos, que nos da esta estación para disfrutarlos sin prisas.

 

 

 

 

 

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