Esta afirmación fue como una revelación. La escuché relacionada con el deporte. Pone de manifiesto, que aunque uno te quiera detener o entorpecer, puedes usar su fuerza en tu beneficio. Brutal.
Con el deporte se hace algo más que ejercitar los músculos. Es una forma de vida, una filosofía. No soy la persona más deportista del mundo. Aún no sé, ni siquiera, si he encontrado algún deporte que me apasione de verdad. Pero siempre hago algo. Nunca dejo el deporte de lado. Primero porque creo que si lo dejo ya no lo volveré a coger. Y segundo porque soy consciente de todos sus beneficios.
Tú te crees que Mamá gana carreras cada vez que sale a entrenar. Nunca olvidaré, tu cara de admiración, en la meta de mi primera carrera. Estabas convencida de que había ganado. Realmente segura, a pesar de que habían pasado más de novecientas personas por la meta antes que yo.
La vida, si tienes suerte, es una carrera muy larga. Durante la que pasan muchas cosas y en la que no siempre tienes las mismas fuerzas. Hay épocas o momentos verdaderamente duros o difíciles. Que, aunque te sirvan para madurar, evolucionar o crecer, hay que pasar. Y también hay personas que te van a complicar ese camino. Va a depender de ti cómo vas a encajar todo eso.
Lleva el ritmo, dosifícate. Hay momentos que sola correrás mejor y otros que la fuerza del grupo te ayuda a seguir o a llevar una velocidad que no es la tuya natural. Pero piensa y planifícate. Si lo das todo de entrada no te quedará nada para el final. Y a veces andar unos pasos te da las fuerzas para seguir corriendo. Aunque en la carrera haya más gente, la haces tú sola. Así tú decides quién te acompaña. Y, lo más importante, qué te va a afectar de los demás. Aprovecha los empujones para acelerar.
Es tu carrera, tu vida.