El otro día estaba en el sofá y recibí un hermoso mensaje de texto de una amiga. Al leerlo me emocioné. Primero porque me sorprendió y luego por su contenido.
Entonces, me di cuenta de que varias veces había tenido esa misma sensación de emoción, de sorpresa y me produjo un sentimiento de pérdida, porque aunque recordaba la sensación había perdido las palabras.
Esta vez hice una captura de pantalla. Y me apresuré a buscar en el móvil aquellas palabras que me habían emocionado y que estaban condenadas a olvidarse, a borrarse.
No hay nada más hermoso que recibir un pensamiento, unas líneas de otra persona. De sentir que piensan en ti. Que te han dedicado parte de su tiempo y de sus energías en demostrártelo.
Pero, en esta realidad efímera en la que vivimos, el soporte en el que nos expresamos hace desaparecer estos recuerdos. Hoy se vive a contrarreloj, nada dura, hay un vorágine de información que nos mantiene alejados del presente.
Existimos con una sensación de irrealidad, nos alejamos del aquí y ahora a pasos agigantados. Nos condenamos a una pérdida de conciencia.
O no.
Yo elijo mantener mis «lugares comunes» en el presente y poder guardarlos.
Quién sabe si algún día voy a necesitarlos.

Me ha ecantado! Cuánta razón! 😊
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