Se me va la pinza.

Es una de mis frases habituales. Tanto es así que un día Babau me preguntó:

-» Mami ¿Dónde está la pinza?»

Se me va por mil razones.

Porque me despisto.

Porque hago dos cosas a la vez y una, o las dos, fallan.

Porque hago una cosa que no quiero hacer.

Porque me entra una idea que no deja espacio a lo demás.

Hace un tiempo leyendo el blog Susana me encontré este post. Me resulto muy gráfico cómo habla de lo que se acumula en la memoria Ram. Y me lo he aplicado. Lo mejor es que funciona. Si tienes algo en la cabeza no lo dejes dando vueltas. Hazlo o decide cuando hacerlo o añádelo a una lista para cuando sea su ocasión o sé honesta y déjalo pasar si no es el momento.

Y Evernote se ha convertido en mi aplicación favorita. Que se me ocurre una foto que quiero hacer, lo apunto. La lista de la compra, también. Las cosas del trabajo, en notas por asunto, las puedo imprimir e incluso agendar o poner alarmas. Una idea que no sé dónde encajar, pero me parece interesante, a la libreta. Es más, hasta tengo una que se llama «cajón de sastre» para lo inclasificable pero que me parece interesante.

Me ha quedado un poco de blogger de tendencias que le pagan para hacer publicidad, pero ya que tenemos un móvil siempre a mano usémoslo cómo secretaria.

A ver si así la pinzas se quedan para tender la ropa y no para aguantarnos las ideas.

 

La mujer de las flores

Los sábados me gusta ir al mercado y comprar flores. Al volver mi hija ha asegurado:

«Siempre compras flores»

Pues la verdad es que no.

Las flores son la insignia del cambio.

En el puesto de las flores siempre encuentro, abuelas creyentes que las llevan al cementerio y a algún señor detallista.

El pagés dice que tenerlas en casa  alegra el alma. Es un gran argumento comercial. Pero lo mejor es que es verdad.

Cuando empecé a quitarme capas de encima cambiaron muchas cosas, desde las paredes de mi casa a la cesta de la compra.

Ir al mercado, es un gesto que consolida muchas de mis decisiones, comer sano, elegir alimentos de la tierra, si son de aquí mejor, para evitar contaminación, dar soporte al pequeño comercio, reducir el consumo de envases, disfrutar de lo cotidiano y como broche final regalarme flores.

Las flores simbolizan el cambio, que me gusta mi hogar, rodearme de cosas bonitas, que doy prioridad a las cosas verdaderamente importantes, que suelen ser tan efímeras como ellas y me reafirman como una mujer independiente.

Verlas toda la semana, como dice el pagés, me alegran el alma. Y me recuerdan que tengo la capacidad de elegir qué es lo que me gusta y conseguirlo.

Feliz fin de semana.

 

 

Pensamientos en voz alta

No sé si este blog ya ha cumplido su misión.

Nació de la necesidad de desahogarme y lo ha cumplido con creces. Me ha servido para decir muchísimas cosas y canalizarlas, de manera, que todas me han ayudado en el proyecto que tenía en mente.

La semana pasada nació mi cuento y escribir aquí me ha ayudado mucho. No sólo porque ha ayudado a dar forma a lo que pienso y quiero, sino porque me ha reencontrado con una persona que siempre ha formado parte de mi vida y sin la que el resultado nunca hubiese sido el mismo.

Estos días siento que lo que quiero decir es demasiado personal para el blog.

Ya no tengo necesidad de desahogo, sí de continuar escribiendo, pero a un nivel más íntimo, sin tapujos, con la libertad de no pensar lo que escribo y sin obligaciones.

Creo que el mensaje que quería dar está claro y para ser coherente con el contenido temo repetirme demasiado.

Para seguir trabajando en mi proyecto necesito llegar a lo más hondo de mis pensamientos pero hacerlo aquí me supone una exposición que no me compensa.

Como conclusión no dejo el blog, para mi es una fuente de alegría, pero sí dejo la obligación de mantenerlo vivo. Seremos como dos grandes amigas, estará aquí cuando quiera escribir sin reprocharme la ausencia y yo estaré agradecida del que lo quiera leer.

Mil agracias a todos los que me seguís.

 

La montaña rusa

Hoy no escribiría este post. No me detendría a pensar, ni a escribir. No tendría esta famosa cita conmigo misma que habitualmente me hace feliz.

Mi año laboral se puede calificar con cualquier adjetivo menos lineal. Es una auténtica montaña rusa que estos días ha cogido velocidad para precipitarse al vacío.

Tendría una excusa perfecta para pasar de mi.

Pero, cuando volví a este tipo de trabajo, lo hice con la conciencia de que esta vez sería capaz de controlar.

Hace mil años, me dejé llevar de tal manera que perdí totalmente el control de mí misma y de mi vida.

Esta vez tenía un ancla, sabía que no me podía dejar absorber, tenía responsabilidades más allá del trabajo. Y Babau me ayudó mucho los primeros años.

Hasta que he aprendido la lección. No desconecto por ella, lo hago por mi. Me quiero lo suficiente para que mi trabajo no me quite la vida. Y curiosamente, uno de los más beneficiados es mi trabajo.

Estamos formados por varios Yo, y cada uno de ellos tiene que ser feliz, para que Tú seas feliz.

Sin excusas.

Sin esperas.

Ahora, porque la vida no se detiene hasta que tengas tiempo de disfrutarla.

 

 

 

 

 

 

¡¡OMG un bebé!!

Siempre me sorprende, mucho, lo que hace que este país se movilice.

Las niñas van hace un par de veranos con el culo al aire, sí las niñas, porque hay alguna que no está ni en la adolescencia. Las chicas se hacen fotos en bragas o del culo y las cuelgan en sus perfiles públicos de instagram, en los que además figura su teléfono ,su ciudad y su colegio. Las mujeres mueren a manos de sus parejas o ex parejas, en lo que se denomina «violencia de género» o «violencia machista»,  nombres que suavizan lo que claramente es y se debería juzgar como un asesinato. Pero una madre aparece con su bebé en brazos en el Parlamento y este país se revoluciona de arriba a abajo.

Que cada uno exprese su opinión me parece genial, pero algunas de estas opiniones me molestan profundamente, si además mujeres como yo las secunden me duele aún más.

Circulaba por Facebook la foto de una doctora y su dura crítica a la política. La leí porque otras mujeres la compartían aplaudiendo su opinión. Pues claro que una doctora no puede llevar a su bebé a un quirófano. Sería una negligencia y además pondría en riesgo la salud de su hijo. Pero un médico salva vidas, no legisla, no crea conciencia social, no vela por los derechos de los ciudadanos. Pero peor aún, ella misma califica su trabajo de doctora como «un trabajo de hombres». Casi me desmayo.

Nuevamente nos perdemos en los detalles, de qué partido es, «postureo», hay guardería en el parlamento, la familia se puede permitir una cuidadora…. Como madre trabajadora he dejado a mi hija sufriendo, porque era muy pequeña, porque se quería quedar más tiempo conmigo, porque sentía que me necesitaba. He sentido frustración por no poderme quedar más tiempo de baja maternal. He sentido discriminación ante un puesto porque yo estaba en edad fértil y otros candidatos no. Y he ido al trabajo disimulando que era madre y mis emociones.

Aplaudo a esta mujer que pone de manifiesto el sentir de muchas madres que estamos haciendo crecer con nuestro trabajo este país.

Y sigo luchando para que las mujeres seamos las primeras defensoras de nuestro género.